La computerización del textil Guatemalteco

 

 

Hacia mediados del siglo XVIII (1700-1800) diseñadores de telares franceses desarrollarían a lo largo de generaciones, y sin saberlo, la tecnología que permitiría la automatización de cualquier tarea posible, pero, antes que nada, esta fue inventada para el diseño de bellos tejidos y bordados.

Con una serie de tarjetas perforadas, personajes como Jaques Vaucanson (1709-1782) o Joseph Jaquard (1752-1834) inventaron, eso sí cada quien, por su cuenta, máquinas tejedoras capaces de trabajar de manera automática. En estas máquinas el diseño de las telas se dibujaba haciendo orificios o tramas en papel, que posteriormente eran introducidos en los mecanismos del telar. Algunas piezas de los telares atravesaban esos orificios, otras piezas quedaban obstruidas por las secciones que no estaban perforadas, y de esta manera era como obtenían la información para comenzar a tejer.

Lo que nadie les dijo a estos inventores, es que con las tarjetas perforadas estaban descubriendo nada más y nada menos que el principio del código binario, el mismo código que permite hoy en día a cualquier calculadora, computadora, o cualquier teléfono celular que llevas en tu bolsillo, realizar complejos cálculos matemáticos, que nos sirven para descubrir los secretos más complejos del universo, almacenar muchísima información en memorias USB, comunicarnos a larga distancia a escala mundial o mirar videos en Netflix o YouTube.

La computación y la robótica, queda claro entonces, surgen de la mano de los telares franceses casi por serendipia, palabra que significa tener un descubrimiento afortunado, que se produce por casualidad o accidente.

Esta historia sobre el origen de los telares y las computadoras viene al caso porque, doscientos años después, la computación ha regresado a sus orígenes, en forma de una herramienta más para la elaboración de diseños de una gran variedad de prendas de vestir, a nivel industrial o artesanal, dentro de los cuales no están excluidos los textiles indígenas, o bueno, al menos así lo afirma el investigador Walter E. Little.

Los Huipiles Computarizados

El antropólogo del Colegio de Ciencias y Artes de la Universidad de Albany, ha dedicado sus últimos años de estudio a los grupos indígenas de Guatemala, en especial los k’ichey kaqchikel.  En estas comunidades ha podido observar cómo en tiempos actuales han pasado del telar de cintura a usar otras técnicas que para algunos puristas podrían ser cuestionables o consecuencias de la industrialización, como el uso de crucetas de bordados —semejantes a las tarjetas perforadas—, y las computadoras de sublimación.

En la conferencia titulada “La computarización de Textiles Guatemaltecos”, el antropólogo Walter E. Little nos compartió en el TEXTIM III su experiencia ante este cambio en la forma de producción que tienen las comunidades mayas de Guatemala.

Afirmó que los artistas guatemaltecos están empezando a utilizar la cruceta de bordados, ya que consideran que la pueden utilizar tanto en su casa, tiendas, como en el mercado, y también porque es les resulta más barato. Con dicha cruceta, los artistas pueden elaborar blusas que venden por el precio de unos 1600 o 1700 quetzales, a comparación de una blusa hecha a mano que puede sobre pasar los 2000 quetzales.

Además, afirmó el investigador, que las comunidades que utilizan la técnica de la impresión a computadora, en una tela comercial pueden venderlas por tan solo “30 o 35 quetzales”.

A pesar de esto, el antropólogo analiza que estás dos nuevas técnicas les han permitido a los indígenas elaborar y combinar sus propios diseños, aunque estos no sean los tradicionales.  Las mujeres mayas, dijo, se consideran por este motivo modernas, con su “huipil computarizado”.

Para finalizar la conferencia, planteó a la audiencia que quienes han adoptado la técnica de la impresión a computadora consideran aún su trabajo artesanal y realizado a mano, pues consideran también importante el trabajo mental y creativo. Esto sin ejercer un juicio de valor como investigador.

En entrevista para esta revista, Walter E. Little nos contó que puede existir un equilibrio entre las tradiciones, usos y costumbres de las comunidades indígenas y su bienestar económico. Así como la cruceta y la computadora los han beneficiado en sus ingresos diarios, así también es necesario que se preserven sus actividades diarias, fiestas o incluso su asistencia a la iglesia, por mencionar algunos ejemplos.

Walter E. Little: Antropólogo

Es doctor por la Universidad de Illinois, es autor de 40 publicaciones académicas y 10 libros, de los cuales se destaca Mayas in Post War Guatemala: Harvest of Violence Revisited. Ha dedicado su trabajo a la investigación etnográfica en Guatemala y México, en temas tanto políticos como simbólicos. En particular está interesado en las comunidades kaqchikel y k’iche en como realizan su día a día y en sus prácticas económicas y religiosas.

Texto: Jesús Matus

Fotografía: Ricardo Hernández

 

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