Detrás de las puntadas:

Detrás de las puntadas: conceptos claves hacia la construcción de un tabulador nacional para artesanos y artesanas bordadores.

 

De entre los que conocen el tema y los que tienen acercamientos, casi todos y todas creemos estar de acuerdo en que la producción contemporánea de textiles está en peligro de extinción, a pesar de que en las últimas fechas se han retomado diferentes técnicas que estaban a punto de ser olvidadas y pareciera que las costumbres se están rescatando, lo cierto es que el trabajo digno de aquellos que se dedican al arte textil es el que más corre riesgos.

“Es muy difícil que podamos vivir dignamente del trabajo del bordado.”

Uno de los temas que preocupa de manera alarmante a aquellos involucrados en el trabajo del desarrollo de piezas textiles, es aquel que corresponde a la valoración de estos mismos trabajos, tanto en el aspecto cultural y social, como en el económico.

Sin importar la región del país en el que estemos es una realidad innegable que las bordadoras y los bordadores se encuentran, en realidad, en la base de una industria de producción donde su trabajo es el menos valorado y se desarrolla en condiciones precarias, muchas veces estas dadas de manera indistinta, tanto cuando la bordadora o el bordador trabaja de manera autónoma como cuando es afiliado a una industria que se decanta por la explotación comercial de los textiles.

Los bajos salarios y la informalidad en la que trabajan quienes son los verdaderos artistas textiles es lo que más debería de preocupar a productores, consumidores y sociedad en general, ya que no importa si se está trabajando para una empresa, aún de ese modo se siguen presentando casos de vulnerabilidad, lo más alarmante es que estos temas son abordados de manera escasa.

“Se asume que quienes nos dedicamos al bordado como que lo hacemos por gusto, y que no tenemos derecho a ninguna estabilidad laboral.”

El origen de este mal muchas veces tiene su eje conductor en el racismo; los bordadores, y bordadoras que vienen de contextos indígenas sufren de esta discriminación en términos de sus posibilidades laborales, aun cuando trabajan en colaboración con diseñadores y deberían de tener beneficios o al menos estabilidad, y esto no siempre es posible.

A estas condiciones sociales a las que los artistas textiles deben enfrentarse haría falta agregar, como problema importante, la desarticulación del gremio. En la actualidad se carece de espacios de concurrencia entre personas que realmente se dedican al bordado; no hay diálogos que den sentido y que les permita unirse para protegerse y velar unos por otros y aunque estos en raras ocasiones son abiertos, muchas veces resultan no ser lo que parecen.

Los múltiples problemas a los que se enfrentan los artistas textiles también yacen en las instituciones públicas, Fernanda Poré, ponente, expresó uno de los problemas que tuvo con una de las instituciones, en la que en un Encuentro de Jóvenes Artesanos, donde el objetivo era formar duplas entre diseñadores y artesanos para generar, en teoría, opciones dignas de empleos y actualizar las técnicas tradicionales de los mercados contemporáneos, el desarrollo fue completamente diferente. A pesar de que esta puede ser considerada como una estrategia positiva, este evento sólo puso de manifiesto la gran diferencia entre el discurso y la acción de las instituciones públicas.

Dar el derecho a los diseñadores por razones de edad y escolaridad y de calcular el precio de los productos de los artesanos, resultó ser una de estas acciones contradictorias. Una persona con título percibía un salario de 6000 pesos mensuales, mientras que un artesano, sin importar su trayectoria, por el mismo trabajo, recibía un salario de 4000 pesos mensuales; los motivos para dicha brecha se vieron reflejados por parte de los mismos organizadores, quienes alegaron que es más barato vivir en comunidades indígenas, y que la mayoría de las personas que se dedican al bordado, al ser mujeres,  no necesitaban un suelto debido a que esta no era su primera estrategia de sustentabilidad económica.

“La misma institución está creando una victimización contra quienes se dedican al bordado artesano.”

Finalmente, estas injusticias para los artistas en México han alcanzado el proceso de consumo, actualmente en el país se tiene un mercado de la moda desinformado e insensible, donde los diseñadores están fuera de los procesos. El bordado tradicional es un trabajo cargado de simbolismo de una comunidad y debería resultar más importante observar este proceso, debido a que esta clase de diseño se ve confeccionado a partir del ideario colectivo generado a través de los años y de la superación personal.

“Hay muchas capas de sabiduría, de simbolismos en las piezas tradicionales.”

Dejar claro que el bordado lleva tiempo, es complejo y lleva un proceso de diseño y una sola pieza puede llevar muchas horas de trabajo. Los consumidores de arte textil, entonces, no adquieren únicamente una prenda o los materiales, sino toda la carga simbólica que hay detrás de ella, el tiempo invertido y los años dedicados, y eso es algo que sin duda tiene más valor que aquello que el mercado puede costear.

Diana Sánchez Pascual

 

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